OFRECEMOS en esta
sección algunas de las curiosidades que nos salen al paso
mientras avanzamos en las ediciones y en los otros proyectos.
Cosas que a nosotros nos han despertado el interés, o porque
ilustran un pasaje que teníamos a oscuras, por la sorpresa de un
dato insólito, o sencillamente porque al revolver los libros
hemos sentido que aprendíamos algo nuevo.
Para comunicar nuestras
certezas y perplejidades escribimos estas notas. Su finalidad es
ser útiles para quienes quieran compartirlas, y nuestro deseo es
formar con el tiempo un archivo de datos sobre varios aspectos
de los siglos XVI y XVII.
También cabrán en la
silva reseñas de publicaciones y
acontecimientos que tengan que ver con nuestro trabajo, por lo
que agradeceremos las noticias sobre novedades editoriales,
encuentros de investigadores, congresos, conferencias, u otros
proyectos.
Nos atrevemos a
considerar esta silva una revista digital, pues sus artículos se irán renovando frecuentemente. Si el lector desea en adelante citar alguno de ellos puede hacerlo como se ve en este ejemplo:
«La Voz
de su Amo. Johannes Sambucus y su perro Bombo»,
Silva 3, 15-12-2004 (www.studiolum.com/es/silva3.htm).
Cuando los artículos o
reseñas vayan firmados como studiolum debe entenderse que sus autores son conjuntamente Antonio Bernat Vistarini, Emilio Blanco, John T. Cull y Tamás Sajó, es decir, los editores de la silva.
Pero esta
silva está también abierta a
quienes deseen colaborar con un trabajo propio. Por supuesto, en
el caso de aceptarse la publicación, los autores siempre estarán
debidamente identificados como tales. |
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Sentencia fue, y parecer
de aquel grande Filosofo Platon, que no naciò el hombre para si
solo, sino que tambien para el vso, y vtilidad de su patria, y
amigos fue criado. Y toda la escuela de los Estoycos conforma con
esto, afirmando que los hombres, por causa, y respecto de los mismos
hombres, fueron formados, y engendrados, y que assi nacieron
obligados à se ayudar, y aprovechar los vnos a los otros. Pues si
sola la lumbre natural nos muestra, y declara esto, quanto mas lo
deve tener entendido el hombre Cristiano, a quien la divina Ley
tiene mandado amar al proximo como à si propio? Lo qual siendo por
mi conocido, y muchas vezes considerado, Christiano y amigo lector,
aviendo gastado mucha parte de mi vida en leer, y passar muchos
libros, y assi en varios estudios, pareciome que si desto yo avia
alcançado alguna erudicion, ò noticia de cosas (que cierto es todo
muy poco) tenia obligacion à lo comunicar; y hazer participantes
dello à mis naturales, y vezinos, escriviendo yo alguna cosa que
fuesse comun y publica à todos. Y como en esto, y en lo demas los
ingenios de los hombres son tan varios, y cada vno và por diverso
camino, siguiendo yo el mio, escogi, y hame parecido escrivir este
libro assi por discursos y capitulos de diversos propositos, sin
perseverar, ni guardar orden en ellos, y por esso le puse por
nombre, Silva: porque en las Selvas estan las plantas, y
arboles sin orden ni regla. Y aunque esta manera de escrivir sea
nueva en nuestra lengua Castellana, y creo que soy yo el primero que
en ello aya tomado esta invencion, en la Griega, y Latina muy
grandes Autores escrivieron assi como fueron Atheneo Vindice,
Cecilio, Aulo Gelio, Macrobio: y aun en nuestros tiempos Pedro
Crinito, Ludovico Celio, Nicolao Leonico, y otros algunos. Y pues la
lengua Castellana no tiene, si bien se considera, porque reconaza [sic]
ventaja à otra ninguna: no sè porque no osaremos en ella tomar las
invenciones que en las otras, y tratar materias grandes, como los
Italianos, y otras naciones lo hazen en las suyas, pues no faltan en
España agudos, y altos ingenios. Por lo qual yo preciandome tanto de
la lengua que aprendì de mis padres, como de la que me mostraron
Preceptores, quise dar estas vigilias à los que no entienden los
libros Latinos, y ellos principalmente quiero que me agradezcan este
trabajo, pues son los mas, y los que mas necessidad, y deseo suelen
tener de saber estas cosas. Porque yo cierto he procurado hablar de
materias que no fuessen muy comunes, ni anduviessen por el vulgo, o
que ellas de si fuessen grandes, y provechosas, à lo menos à mi
juizio. Quanto estudio me aya costado escrivir, y ordenar esta obra,
y quantos libros me fuessen necessario leer, y vér para ello, esto
remitido yo al discreto, y benigno lector, porque à mi no esta bien
encarecerlo. Ni tampoco quiero responder à los maldicientes, y
defender mi obra de murmuradores, y como todos hazen en sus
proemios, porque conozco que en ella ay muchas faltas,
inaduertencias, y descuydos. Antes tendrè por singular beneficio,
ser avisado de mis yerros porque en otra impression, Dios queriendo,
me enmiende, y retrate. Y si alguno huviere, que con sola intencion
de traer y condenar mi libro, viniere à lo leer, quierole avisar que
ofende à Dios en ello, y seria muy mejor disponerse à escrivir, y
componer algo para el publico provecho, que no impedir, y acobardar
à los que se animan, y disponen à ello. Y los vnos, y los otros
tengan de mi cierto, que yo hize lo que pude, y quisiera no errar en
cosa alguna, y hazer muy perfeta mi obra, y deven de buena razon
aceptar mi intencion, y deseo, si ella no lo merece. En lo que toca
a la verdad de historia, y de las cosas que se tratan, es cierto que
ninguna cosa digo, ni escrivo, que no la aya leydo en libro de
grande autoridad, como las mas vezes alego. Assi que serà justa
cosa, que antes que ninguno condene lo que leyere, considere primero
el autoridad, y razon que se dà. Porque no todo lo que vn hombre no
sabe, o no entiende, ha de tener por no cierto. Finalmente concluyo,
con que esta escritura està dedicada à la Magestad del Emperador
nuestro Señor, cosa ofrecida à tan alto nombre, devese tratar con
comedimiento, aunque ella de si no lo merezca. (Pedro Mexía,
Silva de varia lección, Madrid: Matheo de Espinosa y Arteaga,
1673, «Proemio y prefacio de la obra», s.n.). |